Latinoamérica ha dejado de mirar a Europa. El Viejo Continente ha dejado de ser el referente para ceder el puesto a países como China e India. Europa está dejando pasar el tren latinoamericano. Se mira una y otra vez a sí misma sin entender que las oportunidades están fuera. El mundo ha cambiado. Europa ha dejado de ser la “anhelada” e “intocable”. Hoy, la crisis, los mercados, la especulación… la han hecho más vulnerable que nunca.
En la última década, América
Latina ha vivido uno de sus mejores momentos. Ha experimentado
grandes cambios y se ha abierto un futuro lleno de esperanzas para
sus ciudadanos. El ejemplo por excelencia, los cambios que ha sufrido
Brasil. Hoy es una de las economías emergentes del planeta. Ha
luchado contra la pobreza, sus tasas de analfabetismo han bajado
drásticamente, también de la violencia, ha mejorado la cohesión
social y su balanza económica está saneada. Lo mismo ocurre con
otros países de la zona, como Colombia o Argentina. La mejora
económica y social de los propios países, ha hecho que, por
ejemplo, el comercio entre los países Latinoamericanos haya crecido
un 5% en los últimos diez años. La Unión Europea sigue siendo el
segundo socio comercial de la región, pero China está ya muy cerca.
Y América Latina se deja querer. Como bien decía el ex presidente
Lula hace unas semanas en España, la crisis actual no la ha generado
un negro ni un latinoamericano, si no un “rubio de ojos azules”.
Latinoamérica no quiere verse arrastrada por la inestabilidad
europea ni por la incapacidad norteamericana para poner límites a la
especulación y a los mercados. Así, América Latina mira hacia
China, hacia India… para seguir exportando alimentos, energía,
materias primas…
Europa, como afirma Moisés Naim,
algo puede aprender de los países latinoamericanos, que “han
sabido navegar por la crisis mundial sin descarrilarse, que maneja
sus finanzas públicas con prudencia y sabe regular sus bancos”.
Además, “cuentan con un sistema financiero sólido y saneado”.
Entre los años 1980 y 2003,
Latinoamérica, explica Naim, sufrió hasta 38 crisis económicas.
Cometieron el error de intentar paliar la crisis con medidas
parciales y fragmentadas, como está haciendo Europa hoy. Sin
embargo, para superar la crisis se requieren más ingredientes a la
receta. “No sólo recortes del gasto público y austeridad, sino
también una justa distribución de los costes del ajuste económico
entre diferentes grupos sociales, el fortalecimiento de las redes de
seguridad social para los más vulnerables, reformas estructurales
que generen más empleo y, sobre todo, esperanzas para el futuro”,
sostiene Naim.
Europa es diferente a Latinoamérica,
dirán. Es cierto, pero en épocas de crisis toca ser humildes y
aceptar los consejos de otros que han vivido experiencias similares.
Latinoamérica tiene algo que aportar, y los europeos dejan pasar el
tren latinoamericano por encerrarse en sí misma y en su propia
desgracia. Europa no consigue cerrar un acuerdo comercial preferente
con Mercosur y trabajar como socios estratégicos. A los europeos no
se les escapa la importancia del mercado Latinoamericano, sin embargo
hay todavía muchos obstáculos para llegar a un acuerdo que se
demora desde hace ya seis años. El actual momento de crisis en
Europa y los ataques al euro, tampoco ayudan a la creación de
puentes estables y sólidos. China, por su parte, no quiere perder
tiempo y pisa fuerte en Latinoamérica, que aún recela de los
asiáticos porque una cosa es tener acuerdos comerciales para la
venta de soja o maíz y, otra muy diferente, es comenzar a comprar
las explotaciones donde se producen. América Latina vive hoy
momentos dulces y ha aprendido del pasado. Y Europa tendrá que abrir
bien los ojos para no quedarse atrás en este mundo global.
- Ana Muñoz Álvarez es periodista